Meditación en colinas empinadas y dificultad para respirar.

Colina

El inicio del paseo, en las colinas, es sencillo.

Todavía estás atrapado en los destellos de la compasión, todos te abrazan, todavía estás aturdido por el dolor, denso y lúgubre, y no puedes mirar más allá de esa cortina de humo, que envuelve tu vida por el momento.

Sei convinto che ce la farai, ti vengono in mente tanti progetti per il domani, pensi e ripensi al passato con un piede nel futuro, ma la collina prima o poi lascerà lo spazio alle difficoltà della montagna.

Ya sientes que se te acorta la respiración: todos los días tocas el frío mármol y sientes que permanecerás pegado a él, y estarás tan seguro de que tu vida se liberará de esa pesada e insuperable carga del duelo, de la pérdida de su hijo. Te enterrarás con él, y así terminarán todos tus problemas.

Si sólo fuera así de simple.

Montaña

Y mientras la subida se hace cada día más empinada, la montaña se muestra en todo su esplendor poderoso y opresivo.

En un momento de vigilia del letargo diario te das cuenta que hay sobrevivientes, está tu hija menor, que ahora es mayor, es única, también está sola. Es fácil perder el equilibrio en este momento. La naturaleza estática de la estructura ha cambiado, los equilibrios han cambiado, necesitamos movernos con el universo que nos rodea.

Y te da fuerza, esa pequeña fuerza que te permite mover las extremidades para otro día, ojalá para el próximo.

La respiración se vuelve corta, los músculos no pueden soportar el esfuerzo, el cerebro está fuera de control.

La cama se convierte en tu segundo hogar, el sofá te envuelve en sus espirales arremolinadas, las redes sociales te deslumbran con sus abigarradas e inútiles novedades, te anestesian, te regalan esos pequeños momentos en los que te vuelves parte de otras familias, de otros problemas, de otras realidades, tal vez humeantes, ciertamente inexistentes.

El cerebro está descontrolado, los latidos del corazón pierden su sonoridad: el espacio a tu alrededor gira a la velocidad de una lavadora rota.

¿Dónde estoy, quién soy?

Te llama tu marido, te llama tu mujer, te llama tu hija, te llama tu suegra, te llama tu madre te llama: todos te quieren, pero nadie te atiende mano. Nadie te regala un momento de su tiempo.

Tu voz, tu mano

"aquí soy yo”… ¿quién eres, dónde estás?

"hola papa, hola madre. Soy tuyo hijo. Estoy aquí, siempre estoy aquí, siempre he estado aquí y siempre estaré, junto a ti. No me ves porque no miras; no puedes oírme porque hay demasiado ruido de silencio. Cierra los ojos y me verás. Abre tu corazón y me escucharás. Ilumina tu alma y nos tocaremos una y otra vez."

Te veo, te escucho, te abrazo, nos importa mano.

Esta es la vida.

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Ciao, sono Remigio Ruberto, papà di Eugenio. L'amore che mi lega a Eugenio è senza tempo e senza spazio.
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