IV Domingo de Adviento
- S. Pedro Canisio presbítero S.J. y Dr. de la Iglesia (1521-1597)
- Beato Pedro Friedhofen deshollinador, fundador (1819-1860)
- Santo del día
Primera Lectura
He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo.
Del libro del profeta Isaías
Is 7,10-14
En aquellos días, el Señor habló a Acaz: «Pide para ti una señal del Señor, tu Dios, en lo profundo de los abismos o en lo alto del cielo».
Pero Acaz respondió: «No la pediré, no quiero tentar al Señor».
Entonces Isaías dijo: «¡Escuchad, casa de David! ¿No os basta cansar a los hombres, que queréis cansar también a mi Dios? Por tanto, el Señor mismo os dará una señal. He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien llamará Emmanuel».
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial
Del Salmo 23 (24)
R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena:
el orbe y todos sus habitantes.
Él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en su recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de su salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.
Segunda Lectura
Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios.
De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Rom 1,1-7
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, elegido para anunciar el Evangelio de Dios, que él había prometido por medio de sus profetas en las sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, nacido de la estirpe de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesucristo nuestro Señor. Por él hemos recibido la gracia del apostolado, para suscitar la obediencia de la fe entre todos los gentiles, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Jesucristo. A todos los amados de Dios que estáis en Roma, llamados a ser santos, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
Aclamación al Evangelio
Aleluya, aleluya.
Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo,
y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”. (Mt 1,23)
Aleluya.
El Evangelio del día 21 de diciembre de 2025
Jesús nacerá de María, desposada con José, de la estirpe de David.
Del Evangelio según san Mateo
Mt 1,18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que había concebido ella por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Palabra del Señor.
Se dice el Credo.
Benedicto XVI
Papa de 2005 a 2013
ÁNGELUS, IV Domingo de Adviento, 18 de diciembre de 2005 (© copyright L’Osservatore Romano)
San José, modelo de escucha
El silencio de san José es un silencio impregnado de contemplación del misterio de Dios, en actitud de total disponibilidad a la voluntad divina. En otras palabras, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino, al contrario, la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todas sus acciones. Un silencio gracias al cual José, al unísono con María, guarda la Palabra de Dios, conocida a través de las Sagradas Escrituras, confrontándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante, oración de bendición del Señor, de adoración de su santa voluntad y de confianza sin reservas en su providencia. ¡Dejémonos “contagiar” por el silencio de san José! Lo necesitamos tanto en un mundo a menudo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento ni la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación para la Navidad, cultivemos el recogimiento interior para acoger y guardar a Jesús en nuestra vida.
LAS PALABRAS DE LOS PAPAS
El Evangelio dice que José era “justo” precisamente porque estaba sometido a la ley como todo hombre piadoso israelita. Pero en su interior, el amor por María y la confianza que tiene en ella le sugieren un modo de salvar la observancia de la ley y el honor de su esposa: decide darle el acta de repudio en secreto, sin estrépito, sin someterla a la humillación pública. Elige la vía de la discreción, sin juicio ni revancha. ¡Pero cuánta santidad en José! (…) Interviene en el discernimiento de José la voz de Dios que, a través de un sueño, le revela un significado más grande que su propia justicia. ¡Y qué importante es para cada uno de nosotros cultivar una vida justa y, al mismo tiempo, sentirnos siempre necesitados de la ayuda de Dios! Para poder ensanchar nuestros horizontes y considerar las circunstancias de la vida desde un punto de vista distinto, más amplio. (…) Y el riesgo de José nos da esta lección: toma la vida como viene. ¿Dios ha intervenido ahí? La tomo. Y José hizo como le había mandado el ángel del Señor. (Papa Francisco – Audiencia general, 1 de diciembre de 2021)





