12 de septiembre de 2019: el comienzo
Hoy, jueves 12 de septiembre de 2019, es un hermoso día soleado, todavía muy caluroso, veraniego.
Pero tenemos que ir a la escuela, al trabajo, las vacaciones han terminado y todos estamos de vuelta en las filas de nuestras actividades.
Despierta a las 7, eugenio e Francesca si rigirano un altro paio di volte nel lettuccio, poi finalmente si alzano e ci avviciniamo al tavolo per la colazione. Latte, nesquik oppure orzoro, biscotti. Se la fame è tanta anche pancarrè con marmellata o la meravigliosa Nutella.
¡Vamos! eugenio ormai è un adolescente di 13 anni, si prepara da solo, esce da solo, va a scuola da solo; ci siamo solo io e madre Pina che lo salutiamo dal portone e dalla finestra. Buona giornata, cucciolo (sei e sarai sempre il nostro cucciolo)
Francesca l’accompagno io: beh, ad 8 anni non ci sogniamo neanche di lasciarla sola, vuoi per le auto che spesso sfrecciano sulla nostra strada cittadina, vuoi per autisti distratti dal telefonino, vuoi che è meglio così.
Suona la campanella anche per Francesca, ultimo abbraccio e corre in classe, affamata di nuove esperienze. Io rientro a casa ove mi aspetta il mio caffè con Pina e poi, lavoro. Ci sono tante cose da programmare per questo nuovo anno lavorativo, tanti impegni da portare avanti e cambiamenti da apportare. Il tempo passa veloce…
Espero, ansiosamente esperando que antes eugenio e poi Francesca escano da scuola. Il primo ad uscire alle 12.15 è proprio eugenio. Lo espero frente a la puerta principal, la escuela secundaria Enrico Fermi en Dragoni está justo en frente de nuestra casa y así puedo vigilarlo mientras regresa sin estar demasiado presente.
Cruza la calle, ten cuidado con los autos que se aproximan. Mi ojo atento no pierde el paso incierto, pero atribuyo este "extraño" andar al calor, a los primeros días de colegio, al estrés, a las charlas con amigos y compañeros que seguro debieron ser muchas, dado que los chicos siempre sienten curiosidad por las actividades de verano que realizan sus amigos.
eugenio se tambalea, se desvía, parece borracho; Corro hacia él, preocupada, muy preocupada. Yo le pregunto: "eugenio, ¿Qué pasa? ¿Estás bien?”, él responde “¡Papá, tengo dolor de cabeza, un gran dolor de cabeza!”
No entiendo, no entiendo: dolor de cabeza, ¿por qué, a los 13 años, dolor de cabeza? ¿Un campeón de baloncesto tiene dolor de cabeza? Puedo tener dolores de cabeza, a los 53 y con artrosis cervical severa. puedo tener un dolor de cabeza eugenio no.
Y sin embargo es así: me repite lo de su dolor de cabeza, y esto también es muy evidente: sus ojos ruedan, ¡signo de que su cabeza está golpeando con una fuerza inaudita!
Lo tranquilizo, al menos lo intento: “eugenio, no te preocupes, será el calor todavía sofocante, será que jugaste afuera en la cancha, será…” Realmente no supe que más decir, que otra excusa encontrar, que agarrar sostener de Sin embargo, estaba agitado.
Entra a la casa, subimos a la cocina, donde nos espera el almuerzo.
A las 13.30 estamos en la mesa. Medio sobre de De acuerdo (esta es la dosis esperada para un adolescente) para tratar de amortiguar el problema. Esta en nuestros pensamientos, pero no en la realidad.
Tarde de estudio, lectura y otras actividades propias de los primeros días de clases. Giuseppina y yo nos dedicamos al trabajo, a nuestro trabajo online.
Los chicos que parten de Dragoni hacia el gimnasio Ponsillo de Caiazzo, donde dos veces a la semana se realiza un entrenamiento de baloncesto presidido por el excelente entrenador Gaetano Santoro, son eugenio, Nicola Panella, Antonio Micco, Kevin Di Lorenzo, se sumaron este año Angelo Sorrentino y Alessandro Mattei.
Y nosotros, sus respectivos padres, nos turnamos para acompañarlos. No está cerca, no está lejos, son unos 12 km y un trayecto de 15 minutos, pero sobre todo en invierno, estar 2 horas en el coche no es precisamente agradable con el frío. También solía llevar el cuaderno en el auto para continuar con mi trabajo, pero el hábitat restringido y la baja temperatura redujeron mi capacidad de trabajo.
Dado el dolor de cabeza de esta mañana, que parece haberse evitado con el uso del Oki, decido acompañar a los chicos, y así quedarme siempre junto a eugenio para monitorearlo y ver si todavía se siente mareado o tiene dolor de cabeza.
El entrenamiento no va muy bien, no es eleugenio di sempre, il flash che corre da un capo all’altro del campo, affamato di canestro, che corre come speedy Gonzales pur di prendere palla ed andare alla meta dei 3 punti. Non riesce a prendere il pallone a spicchi, non riesce a tenerlo in mano, ben saldo: gli sfugge, gli scappa, tant’è che il coach è abbastanza deluso dalla sua prestazione (mi dirà dopo che aveva attribuito la sua svogliatezza al post vacanze estive).
Pero lamentablemente hay virus dentro de él que lo obligan a no ser verdad. eugenio. Pero ninguno de nosotros lo sabe todavía, todos lo ignoramos, el virus es maligno, es malo, no se muestra hasta que ya ha hecho daño. Y está listo para atacar, se mueve en silencio, se multiplica, prolifera, daña.

Cerca de las 20 horas que terminan los entrenamientos, se elogia a la mascota del grupo Mariarita, con la esperanza de que regrese con sus queridos amigos de todos los tiempos.
Como de costumbre, acompaño a todo el grupo de chicos de Dragoni, eugenio, Antonio y Nicola a sus respectivas familias y hogares.
eugenio me sigue repitiendo que siempre tiene ese gran dolor de cabeza, trato de tranquilizarlo diciéndole que no es nada extraño, anormal, patológico, solo un dolor de cabeza tal vez por el celular, la almohada, las gafas, el estrés en el comienzo de la escuela.
Llegamos a casa, tumbados en el sillón, probamos su presión: buenas mínimas y máximas, pero pulso acelerado, 145 pulsaciones, digno de un partido de NBA.
Ok, no lo pensemos mucho: lo volvemos a poner de pie, vestido ya estaba vestido, hora de volver al auto, salimos para la sala de emergencia del hospital civil de Piedimonte Matese (CE). Hay agitación: Giuseppina y yo estamos preocupadas, no lo negaré, pero al mismo tiempo también estamos tranquilas en la certeza (!) de que no es algo trágico.
En urgencias, después de unos minutos de introducir unos datos en el sistema informático, inmediatamente nos mandan a pediatría. En la sala, donde la máxima limpieza, sagacidad, delicadeza y preocupación por el paciente debe ser el dictado de la sala, reina en cambio la superficialidad, la imprecisión, el descuido en los modales y espacios, el descuido ya veces el poco cuidado de la limpieza.
Una enfermera muy poco preparado, pero suave, se inserta en el dedo de eugenio el aparato para analizar la presión y la oxigenación: en el monitor no podía distinguir cuál era la oxigenación y cuál la presión. Primer gran error: oxigenación a los 87, mal o nada interpretado.
Segundo gran error: informamos de mareos, una sensación de mala coordinación de movimientos, que en un deportista de 13 años absolutamente debe encender las alarmas en un médico y recomendar de inmediato al menos una tomografía computarizada. Nada de esto.
Por lo que luego nos comunicaron en contactos médicos posteriores, un nivel tan bajo de oxigenación debería haber llevado rápidamente a la ayuda de una máscara y oxígeno, pero esto realmente no se consideró ni implementó.
La llegada de la doctora nos deja entonces muy perplejos, por no decir desconcertados: indumentaria ciertamente no adecuada al puesto ni siquiera al departamento al que pertenece, compuesta por una camiseta algo diminuta, un pantalón estilo médico, muy grandes y sobredimensionadas, para dejarles la culata descubierta en el primer movimiento.
Pero todo esto poco importa, frente a que, con una medición visual, evaluó y consideró oportuno despedirnos con una simple recomendación de una cura tónica, aconsejándonos el nombre preciso de la droga a tomar como láctico. fermenta
Desconcertados, perplejos, asombrados, pero conscientes de que no podíamos esperar más, saludamos cordialmente al dúo "profesional" y nos retiramos.
eugenio todavía se queja del dolor de cabeza, no tan agresivo como antes, pero definitivamente presente. A la vuelta lo tranquilizamos lo mejor que podemos, seguramente ha debido ser el estrés del primer día de clases, quizás el cambio de estación, quizás, quizás, quizás….
De vuelta a casa, la cena es frugal, silenciosa, siempre pendiente del estado general de salud. eugeniofuente de nuestra mayor preocupación.
Hora de cepillarse los dientes, una pequeña oración y a dormir. esperando que el próximo día sea mejor.
Ricordo….poi quel grido, poi quel 13 settembre😔